El camino de la paradoja es el camino de la verdad. Para probar la verdad de las cosas hay que verlas en la cuerda floja. Cuando las verdades se hacen acróbatas, entonces

Podemos juzgarlas. -O. Wilde

martes, 29 de septiembre de 2009

En el país de los ciegos........


El control del sistema informativo masivo mundial es controlado por una elite muy poderosa. La mentira y la guerra son sus principales artimañas para llevarnos adonde no queremos ir. El control del pensamiento y de la opinión mediante la información mediática es su estrategia, el sistema de comunicación e información por completo está construido y funciona para burlarse de todos nosotros y llevarnos adonde <> quieren.

El sistema de comunicación en su conjunto no funciona sobre la base de la verdad y de la información correcta, sino con el objetivo de difundir noticias que proporcionan una cierta interpretación de la realidad o de disimular ciertas partes de la realidad en beneficio de otras que hacen mejor servicio a los mecanismos de la dominación y que son más cómodas de contar.

Como consecuencia de esto, hoy puede verse que gracias a la asimilación de estos mecanismos canallescos la masa votante le permite al poder de turno y a los que están en camino de serlo, emplear el modo de discurso que saben muy bien como funciona, se consigue hacer ver racional a lo irracional, correcto a lo que no es correcto, en una palabra, se burlan de todos nosotros,

Ante esta situación se hace evidente que el ejercicio del voto pierde todo su sentido y se convierte en un procedimiento puramente formal; la democracia, adquiere un significado meramente formal, si los votantes ya no están cualificados para diferenciar lo “cualitativo” en las opciones, deja de ser una “condición” para quien dice ser opción.

Un niño puede diferenciar ante opciones, pero lo cualitativo escapa a sus posibilidades de discernimiento, el desarrollo de su sentido crítico, existe como potencial futuro, ya que esto resulta una quimera, la pregunta del millón sería: ¿Cuándo comenzamos?... o más justo sería decir,… ¿cómo hacerlo? si cuando intentamos sacar la mirada del presente inmediato, el lazo nos corta la respiración?

A darnos cuenta

¿Hemos renunciado,… dejándolo de lado,… lo estaremos olvidando?, y me estoy refiriendo al único derecho al que ninguna persona se debería substraer; este es: el derecho a “darnos cuenta”.

Darnos cuenta, de que toda información, poseerá solamente el mensaje que seamos capaces de interpretar.

Al país lo vendieron de a poco, mientras, ahora pretenden amordazar a todo un pueblo, será que ya estamos a la venta y no lo sabemos?

Hay que avocarse a la tarea, aguzando los sentidos, utilizando la dignidad que nos queda, y con ella, limpiar bien nuestros anteojos.

domingo, 27 de septiembre de 2009

LA LIBERTAD POLÍTICA


ISAIAH BERLIN


Al igual que la mayoría de las palabras que han desempeñado un papel importante en la historia de la humanidad, los términos “libertad humana” y “liberación” conllevan múltiples significados. Sin embargo, parece haber uno que es nuclear, central, mínimo, común a las diversas acepciones de la palabra, y que significa “ausencia de restricciones”. Más específicamente, ausencia de coacción por parte de congéneres específicos o sin especificar. Hay sentidos en los que la palabra “libertad” no se utiliza de esa forma, en los que resulta natural hablar del libre movimiento de las extremidades humanas, o del libre juego de la imaginación, o de liberarse del dolor, o de liberarse de los obstáculos de la vida terrenal. Pero cuando hablamos de libertad política esos sentidos parecen casi metafóricos y, a menudo, el intento de hacerlos entrar en juego sólo ensombrece el asunto.

Las pugnas de individuos, grupos o comunidades por obtener libertad por lo general se conciben como intentos de individuos particulares por destruir o neutralizar el poder que, poseído o utilizado por algún otro individuo o grupo de personas, los limita para llevar a cabo sus propios deseos. Y el partido de la libertad, al contrario de quienes desean mantener algún tipo particular de autoridad –la de un monarca, la Iglesia, la aristocracia hereditaria, una compañía comercial, una asamblea soberana, un dictador, a veces disfrazados de agencias impersonales (“el Estado”, “la ley”, “la nación”), pero de hecho siempre conformadas por individuos, vivos o muertos– está compuesto por personas que se oponen a una forma de restricción existente o en ciernes. Ellos mismos pueden estar a favor de alguna otra forma específica de autoridad –digamos la de un cuerpo democrático, o una federación de unidades constituida de diversas formas–, pero no se los describe como amigos de la libertad en virtud de su apoyo a la forma de autoridad que favorecen. Aunque se han atribuido muchos significados a las palabras “libertad”, “libertario”, “liberal”, siempre tendrán una mayor o menor connotación de resistencia a lo que interfiere por parte de alguien –una persona o personas, y no cosas o circunstancias– en condiciones más o menos específicas. Éste parece ser el sentido básico de la palabra “libertad” usada como término político, y el sentido en el que la esgrimen todos sus grandes paladines, en el pensamiento y en la acción, en nombre tanto de naciones como de individuos, desde Moisés y Leónidas hasta nuestros días.

En épocas modernas, la fórmula clásica del ideal de libertad es fruto del pensamiento del siglo XVIII, y culmina en las celebradas formulaciones que de ella se hacen en la Declaración de Independencia de Estados Unidos, y de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Primera República Francesa. Estos documentos hablan de derechos y, al hacerlo, se refieren a la invasión de ciertas áreas de la existencia –digamos aquellas que el hombre necesita a fin de asegurar la vida y oportunidades idóneas de felicidad; o para ser capaz de poseer una propiedad, o para pensar y hablar como lo desee, o para obtener empleo, o para participar en la vida política y social de su comunidad– y pretenden que la invasión de tales parcelas vitales se considere prohibida por la ley. En este sentido, la ley es un instrumento para prevenir usurpaciones específicas, o para castigarlas, si ocurren.

Por tanto, la libertad política es un concepto negativo: exigirla es exigir que dentro de cierta esfera a un hombre no se le prohíba hacer lo que desee, es decir, que no se le prohíba hacerlo, independientemente de que sea capaz de llevarlo a cabo o no. A un lisiado no se le prohíbe caminar erguido, aunque de hecho no pueda hacerlo. A un hombre sano tampoco se le prohíbe volar a la luna aunque, de hecho, no esté en posición de hacerlo. Sin embargo, no decimos que un hombre no es libre de volar a la luna, ni decimos que un lisiado no es libre de caminar erguido. Se han hecho esfuerzos para hablar de esta manera: se ha igualado libertad con poder. Por ejemplo, el sentido en que se dice que la ciencia hace libres a los hombres es precisamente en el sentido de que incrementa sus capacidades técnicas para sobreponerse a los obstáculos que opone la naturaleza, y también, hasta cierto punto, para desarrollar su imaginación hasta que conciba opciones que sean más realizables que las de su ignorancia o incapacidad mental previas, o lo que su así llamado estrecho horizonte mental, le habían permitido practicar hasta entonces.

Pero aunque estos usos de la palabra “libertad” son razonablemente familiares y claros, parecen, y con razón, algo metafóricos: el hecho de que yo no sea capaz de pensar en las distintas maneras de disfrutar que se le ocurren a una persona más imaginativa que yo, no hace que yo no sea libre, en el sentido en que se diría de una persona que me encierra en una habitación para evitar que yo obtenga una satisfacción que anhelo. Si soy incapaz de deshacerme de algún encaprichamiento obstinado o de una idée fixe, que me hace olvidar el mundo entero en la búsqueda frenética de un objetivo que me obsesiona, se me puede describir, sin duda, como “esclavo” de mis pasiones. Pero no soy un esclavo en el sentido literal de la palabra, y nadie me considerará un esclavo en el sentido en que el Tío Tom era esclavo de Simon Legree.

Ciertamente ambos casos tienen algo en común: hay algo que no estoy haciendo, y que podría hacer o haber hecho, pero el sentido básico o literal de la palabra “liberación” y de la palabra “libertad” parece asociarse a que la intervención deliberada de un ser humano es el obstáculo que me impide hacer esto o aquello, de perseguir mis deseos reales o “potenciales”.

Existen todo tipo de factores naturales –físicos y psicológicos– que evitan que un hombre haga lo que desea hacer, o que desee como alguien más desea o podría desear. Pero, por regla, no se considera que estos obstáculos sean objeto directo de la acción política, ni asunto de principios políticos, pues la política tiene que ver con medidas intencionales llevadas a cabo por seres humanos conscientes, preocupados por el grado de interferencia que se les permite ejercer a los unos sobre la vida de otros. Y cuando se dice que surgen obstáculos sociológicos –por ejemplo, la influencia de la educación o del ambiente social sobre el desarrollo de un hombre, que se afirma que lo frustran o mutilan de alguna manera–, no estamos del todo seguros si la frustración resultante es o no una privación de la libertad en el sentido que viene al caso.

No tenemos la certeza porque no estamos tan convencidos de los hechos de causalidad sociológica como lo estamos de los psicológicos o fisiológicos, por no mencionar la causalidad física. Y, por lo tanto, no sabemos bien a bien si considerar esa frustración como debida a causas naturales –no a actos humanos, sino lo que en la ley se llama “fuerza mayor”, por la que no puede culparse a nadie– y, por lo tanto, no se trata en absoluto de un caso de esclavitud u opresión en el sentido político, o debido a un comportamiento de los seres humanos que se puede prever, y por lo tanto, un caso de clara privación de la libertad por parte de alguien a manos de alguien más, en el sentido en que se espera que sus defensores luchen por ella, y de vez en cuando la garanticen.

Casos semejantes –como cuando dudamos en culpar a un individuo o a un grupo de personas por actuar de manera despótica, porque pudieron evitar comportarse así; o, por el contrario, no culparlos, ni calificar de déspota su comportamiento, porque están “socialmente condicionados” y por lo tanto no pudieron “evitarlo”–, nos hacen sentir una especie de cualidad limítrofe. Y esto en sí mismo indica que la palabra “libertad” tiene un sentido distinto en ambos casos, de los cuales el caso limítrofe forma una instancia de puente: tiene algo en común con ambos, y resulta desconcertante y problemático porque no pertenece con suficiente claridad a ninguno de los dos.

En su sentido político y no metafórico, libertad significa la ausencia de interferencia por parte de otros, y la libertad civil define el área de la cual la interferencia de otros ha sido excluida por la ley o por un código de comportamiento, ya sea “natural” o “positivo”, dependiendo de cómo se conciba la ley o el código en cuestión. Esto puede ilustrarse de manera más amplia tomando los usos de la palabra “liberación” que se consideran correctos, pero un poco ambiguos en cuanto a su fuerza: por ejemplo, la celebrada frase “libertad económica”. Lo que querían decir quienes la acuñaron es que la concesión de libertades políticas o civiles –es decir, el hecho de levantar todas las restricciones a cierto tipo de actividad en cuanto concierne a la interferencia legal– servía de poco a quienes no contaban con los recursos económicos suficientes para hacer uso de tal libertad. Quizá no exista ninguna prohibición acerca de la cantidad de comida que puede comprar un hombre, pero si no tiene recursos materiales, esa “liberación” le resulta inútil, y decirle que es libre de comprar cuanta comida quiera es burlarse de su indigencia.

A veces se dice que semejante libertad “carece de sentido”, si la persona a quien le pertenece es demasiado pobre o demasiado débil para ejercerla. Y, sin embargo, quienes abogan por la libertad política sienten que existe cierto grado de injusticia en este argumento: el hecho de que la ley no prohíba comprar una cantidad ilimitada de comida, por ejemplo, es, según afirman algunos de ellos, una libertad genuina cuya suspensión constituiría un serio revés para el progreso humano. El hecho de que los pobres no puedan beneficiarse de esta “liberación” es análogo al hecho de que un sordomudo no pueda sacar gran ventaja del derecho a la libertad de expresión o del derecho a la libertad de reunión. Un derecho es un derecho, y la libertad es la libertad, independientemente de quienes puedan o no estar en la posición de hacer uso de ambos. Y, sin embargo, se percibe que quienes hablan de libertad económica señalan un defecto genuino en una organización social que hace que los bienes materiales estén disponibles, en teoría, para aquellos que, en la práctica, no pueden adquirirlos. Señalan que esas personas son tan libres para beneficiarse de las libertades económicas como el propio Tántalo quien, rodeado de un mar infinito, es libre de beber toda el agua salada que quiera, porque no existe ningún estatuto que se lo prohíba.

Pero quizás este dilema, como muchos otros argumentos donde ambos bandos sienten que dicen algo verdadero pero mutuamente incompatible, recibe su característica de paradoja de la inevitable –y no siempre deseable– vaguedad y ambigüedad de las palabras. La mera incapacidad de hacer uso de algo que los demás no evitan que uno use –digamos un defecto biológico o mental por parte del supuesto usuario, o la incapacidad de alcanzarlo debido a alguna razón física o geográfica– ciertamente no se considera, como tal y en sí misma, una forma de falta de libertad o de “esclavitud”. Y si las reclamaciones sobre la ausencia de libertad económica fueran simples lamentos, en el sentido de que algunas personas dentro de la sociedad son, de hecho, insuficientemente ricas para obtener todo lo que necesitan –a pesar del hecho de que se puede obtener legalmente–, eso no diferiría, en principio, de las reclamaciones sobre otras incapacidades. Describirlo como ausencia de libertad sería tan absurdo como decir que tener sólo dos ojos eo ipso constituye una ausencia de libertad para tener tres ojos o un millón de ojos, lo cual –después de todo– la ley no lo prohíbe.

La admisibilidad real de la carga que el término “libertad económica” debe conllevar se deriva del hecho de que implica –sin afirmarlo siempre de manera explícita– que la incapacidad económica de los pobres no se debe meramente a factores naturales, ni a factores psicológicos o sociales “inevitables”, sino a la actividad –si no deliberada por lo menos evitable, una vez que se la atiende– por parte de individuos, clases o instituciones específicas. El pensamiento que subyace en ello es que los ricos son dueños de una porción demasiado grande de las posesiones totales de la sociedad. Ésta es la razón de que los pobres tengan tan poco y, por lo tanto, de que no puedan hacer uso de leyes que de hecho benefician sólo a los ricos.

La implicación es que los ricos pueden actuar de manera voluntaria, o pueden ser forzados a actuar, de modo tal que dejen de despojar a los pobres de los recursos que necesitan y que querrían poseer si supieran que los necesitan, y que, según los paladines de la libertad económica, obtendrían en una sociedad que fuera más justa, es decir, en una sociedad administrada de manera distinta por quienes la organizan, aunque no en una sociedad que necesariamente fuera distinta física o psicológicamente, o diferente en cualquier otro aspecto natural de la sociedad actual, que es menos justa. Lo que le da fuerza a la palabra “libertad” en la frase “libertad económica” no es que establezca una exigencia para una capacidad faltante en materia de acción, sino que indica que alguien ha despojado a alguien más de algo que le pertenece por derecho. Si se la interpreta de manera totalmente explícita, en este contexto la expresión “le pertenece” significa por lo menos que la persona o personas así despojadas pueden describirse como personas que han sufrido alguna interferencia, que han sido despojadas, se han visto menoscabadas, en el sentido en que un hombre fuerte interfiere con uno débil, o en que un ladrón despoja a su víctima.

De esta forma, “libertad” denota por lo general la ausencia de una coerción positiva, o la presencia de una restricción negativa, por parte de un grupo de seres humanos hacia otro. Los alegatos o reclamaciones de libertad a menudo se refieren a la clase particular de coerción o de restricción que, en las circunstancias específicas en cuestión, se dan para evitar que los hombres sean o actúen u obtengan algo que en ese momento desean con fervor, y cuya carencia –para bien o para mal– atribuyen al comportamiento prevenible de otros.

Ciertamente éste es el sentido clásico de palabras como “libertad” y “liberación”, en las que se denotaron los principios o “causas” en cuyo nombre –desde los albores de la civilización occidental–, los Estados, las comunidades y las Iglesias han luchado por conservar ciertas formas de organización contra la interferencia que proviene del exterior, no importa cuánto hayan creído en interferir en las vidas de los individuos dentro de tales conjuntos organizados; y, a su vez, los individuos han luchado contra la interferencia por parte de otros individuos o cuerpos, dentro o fuera de su propia comunidad, en un intento por retener, volver a ganar o ampliar el área en la que podían cumplir sus propios deseos, sin una oposición efectiva por parte de otros individuos.

La liberación es, en primera instancia, libertad contra algo; la libertad es libertad de algo. Al analizarlo, resulta que la libertad para hacer esto o aquello significa libertad respecto de las restricciones, libertad contra individuos que buscan interferir –el despejar un área contra la presión exterior–, implicando, pero no afirmando, el elemento positivo correspondiente: la existencia de deseos, ideales, políticas por parte de los seres humanos, todo lo cual no puede llevarse a cabo a menos que se cumplan las condiciones negativas necesarias para que se realicen, a menos que, de hecho, los seres humanos sean “libres” en su funcionamiento. […]

La libertad es un ideal sólo mientras está amenazado. Al igual que la guerra y la ciencia económica, su propósito esencial debería ser abolir las condiciones que lo hacen necesario. En una sociedad ideal, ésta no sería conciente de su necesidad de libertad. Porque la libertad es una mera garantía contra la interferencia, y la necesidad de tener garantías sólo se siente donde existe la conciencia de esos peligros, para evitar aquello que los promueve. La lucha por la libertad es la lucha por crear una situación en que su nombre mismo se olvide. Pero éste es un estado ideal de las cosas, y muy pocos de los pensadores cuerdos, empíricos –de los cuales descienden en gran medida los liberales que los sucedieron– quisieron suponer que era algo que se pudiera obtener por completo en la práctica, en el sentido en el que los verdaderos anarquistas –Godwin y Fourier; Stirner y Bakunin, y quizá, a veces, Condorcet– lo consideraron una posibilidad completamente práctica, factible, que sólo necesitaba ajustar algunos de los fundamentos sociales para llevarse a cabo. Por esa razón se los relega justamente a la categoría de visionarios, maniáticos y excéntricos, a menudo talentosos y fascinantes, a veces profundamente influyentes, pero siempre demostrablemente trastornados. […]

Ya sea que estén concebidos en los términos casi mitológicos de los auténticos creyentes en los derechos naturales –como Paine y Condorcet, y algunos otros, en todo caso, que se encuentran entre los padres fundadores tanto de la República Francesa como de la estadounidense, o en formas más positivistas o empíricas, como lo hicieron Hume o Bentham o Mill, o dentro de la curiosa zona intermedia entre ambos, en la que algunos de los abogados y escritores constitucionales de la democracia parecían haber pensado–, para los liberales la noción de libertad sigue siendo no una meta positiva, como lo son el placer o el conocimiento, o la beatitud que buscan los sabios de Oriente o los santos de Occidente. Tampoco es una meta positiva como los deberes de Kant o los estados aprobados de mente y cuerpo de Hume. Sólo es el medio que debe emplearse para evitar que se frustren estas metas positivas: los hábitos políticos, con leyes para apuntalarlos contra fallas en casos individuales, que hacen posible el cumplimiento del propósito favorecido.

Ser libre es no estar obstruido, es ser capaz de hacer lo que uno quiera hacer. Ser absolutamente libre es encontrarse en un estado donde nada puede oponerse a los deseos de uno: ser omnipotente. Ser absolutamente libre, en el sentido social normal, o en el sentido político de la palabra, tanto en la vida privada como en la pública, es no estar obstruido
en los propios deseos por otro ser humano. Ser relativamente libre, en el sentido en que lo afirma Mill, es no estar obstruido dentro de ciertos límites precisamente establecidos, o más o menos concebidos con vaguedad. La libertad no es una palabra que denote un fin humano, sino un término para designar la ausencia de obstáculos –en particular, obstáculos que resultan de la acción humana para la realización de cualesquiera fines que los hombres puedan perseguir–. Y la lucha por la libertad, al igual que la lucha por la justicia, es una pugna, no por un fin positivo, sino por condiciones en que puedan llevarse a cabo esos fines positivos: es despejar un espacio que, sin los fines que vale la pena perseguir en sí mismos, permanecería vacío.

sábado, 26 de septiembre de 2009

lunes, 21 de septiembre de 2009

El nuevo episteme de la comunicación




El nuevo episteme de la comunicación

Publicado el 19 de September, 2009 en Columnista invitado,Opinion, Teódulo López Meléndez

El Columnista Invitado de Hoy : Teódulo López Meléndez

Deberemos comenzar por decir que la comunicación no es otra cosa que la expansión de las conciencias. La incomunicación del hombre actual ha impedido su plena realización. El “darse cuenta” no es un proceso fácil. La comunicación principalmente entre distintos grados de conciencia, produce cambios cualitativos. La insuficiencia de la comunicación conlleva a la sustitución con imágenes como método simplificador. Es la famosa tesis de Platón en “La caverna”. Los medios masivos de difusión no son inocentes, pues ven desde sus propios intereses. La comunicación horizontal que nace puede permitir el despertar ciudadano, el “darse cuenta”.

Debemos mirar, entonces, la comunicación como un derecho, como uno que es distinto al de estar informado por la simple razón de que no existen “productos neutros”. El mundo mediático llega a su fin para abrirle paso a un mundo comunicacional y lo será no sólo por los avances tecnológicos que lo permiten sino por el acceso a esos medios. Las formas políticas han dependido de la información unidireccional. Ahora deberán depender de la comunicación horizontal.

Conocemos los graves problemas del planeta. El nuevo mundo está naciendo en medio de serias injusticias. La comunicación es la panacea para la conformación de nuevas mentalidades. Son necesarios nuevos marcos éticos, bajo nuevas formas políticas y con nuevos grados de conciencia.

La única manera de salir del “no me doy cuenta” es mediante la comunicación. Comunicarse es establecer relación con el otro (con los otros) para intercambiar mensajes, información e ideas. La reconfiguración del orden físico y espiritual ha estado asociada a los medios de comunicarse. Muchos de esos medios inventados por el hombre han contribuido a su alienación. En el mundo global que se asoma debemos llevar la comunicación a grado de medio de liberación.

El intercambio de ideas se concreta en ideas nuevas que al anunciar salidas novedosas reducen la incertidumbre. Por supuesto que los medios tecnológicos de hoy son la clave, pero la invención humana no terminará y aparecerán nuevas maneras. Hoy debemos ocuparnos de las disponibles, sistemas, herramientas, software, redes, bases de datos. Son herramientas, el desafío está en que permiten conformar sociedades del conocimiento donde el mundo pasa a centrarse en el capital humano. Los llamados medios de comunicación de masas emiten el mismo mensaje, en infinidad de casos manipulado de acuerdo a los intereses del emisor, esto es, en el fondo medios impersonales, mientras ahora la comunicación es personalizada y permite la interacción. En Internet caben todos los medios que hemos conocido, por lo que se convierte en algo más que un medio en sí, dado que universaliza el conocimiento, impide la manipulación en mucho mayor grado que la que se produce en los massmedias, integra y personaliza. Debemos admitir que en países como Venezuela la tecnología se toma como juguete y no como elemento de liberación. Se habla de seis millones de venezolanos conectados a la red pero el ejercicio práctico de buscarlos para una comunicación resulta imposible. En pocas palabras, los venezolanos no hemos aprendido a comunicarnos.

Los medios

Los medios tradicionales poderosos tienden a la fusión, pero también se multiplican los medios locales. Los periódicos impresos incluyen video y audio y los que no son capaces de producir una innovación en la manera de hacer periodismo desaparecen, pues nadie los compra para enterarse de una noticia que ya fue difundida masivamente horas y días antes. Los medios locales divulgan la vida de la colectividad a la que sirven. Estamos antes fenómenos paralelos: se acentúan las transnacionales de la comunicación y pululan nuevas expresiones regionalizadas, las grandes cadenas globales y los medios localizados.

Es cierto que cada día cierran pequeños diarios abrumados por la falta de publicidad y que los publicistas se están planteando una emigración en masa hacia Internet. Paralelamente se multiplican los millones de sitios web o blogs. A la vuelta de los años los periódicos como los hemos conocido parecen condenados. Es esta la revolución verdadera en el campo de la información. Es de lógica que se produzca una concentración y abundantes fusiones, pues de otra manera les sería muy difícil la supervivencia.

Variantes de defensa o aniquilamiento y cierre, lo cierto es que los medios tradicionales de información están en peligro. Deberán buscar nuevas formas, pues los actores sociales somos o seremos todos comunicadores. Los parámetros sociales son ya parámetros comunicativos. El periodismo se origina en el acontecimiento que se torna informativo al ser incorporado al discurso del medio. Los medios ordenan la importancia, pero están perdiendo esa capacidad. Ahora la interrelación detecta cuando una noticia es ocultada de manera intencional.

En la red se pueden utilizar toda clase de recursos, es obvio, pero la diferencia estriba en que no es estática y además rompe el carácter lineal de la comprensión y rompe el carácter inamovible del texto. Los roles se han invertido, pues es el receptor el que dirige el discurso y no el emisor. Con Internet la sociedad reclama su cualidad de productora y hace perder a la llamada sociedad mediática su monopolio. Además, productor y receptor pueden ser el mismo sujeto. Ahora enfrentamos un proceso reconstructivo de la realidad.

Ahora bien, la publicidad fue un elemento necesario a la era industrial. Ahora el prefijo pos se ha agregado también a la vieja palabra para constituir pospublicidad. En otras palabras, si la publicidad era tan necesaria como las máquinas para la producción, ahora la producción se enlaza con comunicación y la publicidad se ve relegada a un elemento decorativo en las oficinas de las empresas. Lo que las empresas procurarán, en lugar de hacer público lo que producen, será extender la comunicación con la sociedad abierta, en la cual la publicidad pasa a ser una rama más, pues lo esencial será compartir conforme a los intereses de los emisores, pero con la variante de que pasa a ser vital el feed back absolutamente separado de la compra del producto que era la respuesta a la publicidad. A todas estas variantes deberán adaptarse quienes emigren a Internet. Lo que ahora nos interesa destacar es que al transformarse la vieja publicidad arrastra con ella a los viejos medios receptores de los pagos publicitarios. La verdadera oposición a los medios masivos es Internet.

El pilar de la comunicación

En la comunicación reposa buena parte del hecho globalizador. Sobre ella, y a través de ella, se interconectan las culturas, se alza como un corte transversal sobre todos los aspectos y en el eje fundamental de la proyección social. La posibilidad de ejercicio de las modernas técnicas compartimenta las audiencias, en una compactación que, paradójicamente, comienza con una ruptura de la homogeneización y se hace múltiple para luego converger en lo que hemos denominado una sociedad de multitudes.

Como todo estudio de la comunicación, esta que se ha asomado, tiene que ser abordada desde una multiplicidad de ángulos partiendo de los modelos epistémicos de la postmodernidad que son muchos y variados: neocomunidades, el poder de las ciudades, multiculturalidad, identidad, conformación psicológica, etc, algunos de los cuales ya hemos abordado.

Debemos, los que pretendemos influir sobre la construcción de una nueva realidad, montarnos sobre temas como la articulación colectiva, la restauración de un tejido social derruido y en el reforzamiento de la solidaridad y el intercambio entre la multiplicidad de los nuevos focos de poder ciudadano.

El asunto fundamental para estudiar la comunicación del nuevo mundo es volver al hombre como fuente de conocimiento. Hay que abordar temas como el intercambio simbólico o los problemas del sentido. Debe afrontarse la teoría de la comunicación con un episteme diferente al de la era terminada.

Autor: Teódulo López Meléndez

(extraído de “La historia paralela”)

sábado, 19 de septiembre de 2009

Por la libertad

Por la libertad de expresión

Necesito entender

Necesito que me informen porqué?

Que no tengo trabajo

Que no tengo derecho a la salud

Que no tengo derecho a la educación

Que no tengo derecho de llegar a viejo

Necesito que me informen

Porqué hay niños con hambre

Necesito que me informen

Porqué impera la ley de la selva

Necesito que me informen

En donde estoy, en donde estamos

Creí saber que estaba en una gran nación llamada Argentina

Necesito que me informen

En donde está

Si queda algo

Si fue vendida, prestada, o alquilada

Necesito que informen

A quienes se la apropiaron

Que argentinos patriotas, quedan

Difundan esto, antes de ser amordazados

jueves, 17 de septiembre de 2009

Nos resignaremos?

Hoy nos meten miedo

Mañana la GESTAPO

Aunque parezca exagerado no lo es, si tenemos en cuenta que la restricción en cualquier medio de comunicación no obedece sino a las necesidades de un régimen totalitario.

Hoy contamos con una herramienta que nos permite conectarnos con el mundo de manera individual y privada, comunicación que nos brinda un sinnúmero de posibilidades útiles y concretas, intercambiar ideas con libertad, no esta permitido dentro de sistemas ya vividos y sufridos en nuestro país.

Individualizar a las personas que participan de distintos foros en la Internet, significara la reedición de épocas nefastas de nuestra historia.

Precisamente una democracia se enriquece en la pluralidad de ideas, con y en libertad.

La red nos permite anticiparnos, denunciar y defendernos, si se me permite, nos coloca ojos en la espalda.

Quiénes, sino los artífices en la enajenación del país puede temerle, a un pueblo que se informa, que se instruye, que participa, que todavía porta el estandarte nacional.

La única guerra que se pierde es la que se abandona.

Que viva mi Argentina, nuestra Argentina

viernes, 11 de septiembre de 2009

Maestro


Una palabra de siete letras solamente

Que sin embargo las contiene a todas

Transmitir las raíces del entendimiento es su misión

Cuenta para ello solamente con su humanidad

Construye desde abajo, y mas abajo si hace falta

Despertara nuestra imaginación

Será capaz de ponernos alas

De transportarnos a las alturas

De pasearnos por el universo, y regresarnos a salvo

Para piernas largas o cortas no le faltara tiempo

Nos mostrara la libertad, sin soltarnos la mano

Preparándonos para la vida

Nos guiara en cada peldaño sin saltearse ninguno

Los dulces y los amargos

No conoce renuncios ni fatigas

Se paga a si mismo, con el tesoro de sus resultados

Le sacamos canas verdes

El le sacará sabiduría

Su fuerza, proviene de su alma

Podemos preguntarnos

¿En que sitio de su humanidad, un maestro tiene su alma?

En donde sino en su corazón.

Para una amiga, maestra misionera

Feliz día Estela Clarinda

martes, 8 de septiembre de 2009

La gangrena avanza

¿Qué hacer ante esta miseria e infortunio?

Publicado el 6 de September, 2009 en Columnistas, Jorge Omar Alonso, Opinion

Es innegable que el régimen actual está destruyendo la democracia y la economía del país. La “fofa” y dispersa oposición que aparentemente ganó las elecciones, debería pensar con calma dejando de lado – en la medida de lo posible- las pasiones y evaluar de manera fría y objetiva la realidad política y económica del país. Todas las medidas que, en su pisada del acelerador, han adoptado los Kirchner conducen, a mayor o menor plazo, a un colapso social.

Por ello la oposición, más que proponer soluciones impactantes pero con poca probabilidad de éxito, haría mejor explicándole al pueblo las consecuencias de las nuevas leyes y generar una fuerte matriz de opinión que imponga los cambios necesarios para evitar la catástrofe antes de que ocurra.

Todo el arco opositor debe congregarse para aunar un proyecto de salvación republicana.

Los Kirchner en los dos años y meses que les quedan antes de entregar el poder, van a convertir en despojos al País y no podría descartarse la probabilidad de que corra sangre en las calles. Si con solo su destrato hacia la prensa independiente y a algunos medios, lograron se intimide a algunos empresarios de medios y se empapele la calle con afiches insultantes; qué no podría llegar a suceder si los grupos facciosos que apoyan al gobierno toman en sus manos la “vendetta” y pasan a la acción?

Y aún parece que van por más: se conoció la noticia de que habría sido amenazado el filósofo Santiago Kovadlof.

¿Qué hacer ante la pulverización de la República y la desintegración de la sociedad?

Dicen que Kirchner se siente bien luego de la depresión de la derrota, lo que equivale a decir que está listo para seguir haciendo trizas a la República. Más aún es capaz de alentar aspiraciones para el 2011 y llegar quizás con algún éxito al 2015. Todo un despropósito de un alienado que cree que el 28 de junio pasado, el pueblo acompañó su gestión. Esto demuestra a las claras que este perturbado mental ha perdido toda noción de la realidad.

Mientras los argentinos irónicamente estamos entre uno de los países con mucha gente feliz según una inverosímil encuesta, se nos están llevando a cuestas al Estado dejándonos sin seguridad, sanidad ni educación y con cada vez más pobreza.

¿Qué hacer ante esta miseria e infortunio?

Forzosamente tendrá que advenir algo que nos libre de la podredumbre monto- kirchnerista aupada sobre la Nación. Llegados a este punto, no hay “soluciones administrativas”, sean del orden político o del orden económico. Se requiere una disposición heroica o un hecho histórico mayor, capaz de producir una situación, como la del enfermo al que solo una crisis salvará de llegar a la etapa terminal” (Emile Cioran, citado por Abel Posee).

Estamos reeditando situaciones ya vividas en otras épocas: persecución a la prensa, intimidación a propietarios de medios no complacientes con el gobierno a lo que se le suma amenazas a un intelectual; para completar el cuadro de este drama faltaría reeditar la quema de la Bandera Nacional y el incendio de las iglesias. Todo se puede dar dentro del grado de exacerbación que infunde el régimen. Situaciones que explotaron un mes como el que estamos transitando de 1955.

Refiriéndose a aquel acontecimiento y sus causas Carlos A. Sánchez Sañudo Secretario General de la Vicepresidencia de la Nación de la Revolución Libertadora, había manifestado que durante el régimen derrocado se había asistido a un canibalismo político, “antítesis de los principios y límites establecidos en nuestra Carta Magna, que nos hizo una vez respetados y respetables”

Cuando Hugo Gambini en un reportaje en 2005 al Contralmirante Jorge Palma, le pregunta por los motivos por los cuales se hizo la Revolución, el citado marino respondió: “Se hizo porque ya era insostenible la situación del País. No había uno solo de los capítulos de la vida argentina que no estuviera desquiciado, destruido y con una asfixiante opresión”

En nuestro derrotero histórico algo nos dice que parece que estamos condenados a repetir las situaciones del pasado. Ante esto se nos presenta la historia de lo acontecido, de aciertos y errores y es de este modo como podemos sacar las enseñanzas para no cometer los mismos desatinos.

De todos modos no faltará quien no acepte las lecciones del pasado en abierto rebatimiento a la postura historicista. Pero desde la orfandad de nuestro presente, debemos interrogarnos sobre los acontecimientos pretéritos.

“¿Puede responder el pasado sobre el futuro?”, preguntaba el profesor José Luís Romero en “La Vida Histórica” Agregando: “Al pasado apelaron todos los visionarios: los profetas, los utopistas, los filósofos de la historia”

Allí encontraremos el fenómeno de nuestra decadencia. Esta nos persigue porque hemos dilapidado la heredad que nos dejaron los padres fundadores. Aquellos de las generaciones del 37 y del 80.

Nuestra tarea de hoy es conservar ese bien primordial que es la libertad de expresión, hoy amenazada por el régimen.-

Autor: Jorge Omar Alonso


Casper
Sep 8th, 2009 at 12:43 pm

No estoy muy seguro que el pueblo interprete el significado y asuma el compromiso de ser artífice “hoy” en la concreción del sueño histórico de conseguir una nación justa, libre, y soberana.
Si bien desde la fundación hubo intentos, las raíces no prosperaron, se destruyeron escuelas y se callaron voces.
Resulta imperioso un llamado a defender lo que queda, la innegable necesidad de las urnas no alcanza ni sirve cuando se traiciona su mandato.
Al parecer estamos gobernados por dos entes nefastos, el cinismo y la cobardía.
Pongámonos las barbas en remojo, o pronto en la claudicación solo nos describirá el mejor epitafio, escrito por una inteligencia extranjera.

(extraído de la pag. La Historia Paralela secc. Opinión)