El camino de la paradoja es el camino de la verdad. Para probar la verdad de las cosas hay que verlas en la cuerda floja. Cuando las verdades se hacen acróbatas, entonces

Podemos juzgarlas. -O. Wilde

domingo, 29 de agosto de 2010

El poder come miedo. Sin los demonios que crea, perdería sus fuentes de justificación, impunidad y fortuna.


Peligro
por Eduardo Galeano*

El poder come miedo. Sin los demonios que crea, perdería sus fuentes de justificación, impunidad y fortuna. Sus satanes (Bin Laden, Saddam Hussein o los próximos que aparezcan) trabajan, en realidad, como gallinas de los huevos de oro: ponen miedo. ¿Qué conviene enviarles? ¿Verdugos que los ejecuten o médicos que los cuiden? El miedo distrae y desvía la atención. Si no fuera por los servicios que presta, lo evidente quedaría en evidencia: en realidad, el poder se mira al espejo y nos asusta contando lo que vio. Peligro, peligro, grita el peligroso.

El patriotismo es un privilegio de los que mandan. Cuando lo ejercen los mandados, ¿se reduce a mero terrorismo? ¿Son terroristas y nada más que eso, pongamos por caso, los actos de desesperación suicida de los palestinos desalojados de su país y los ataques de la resistencia nacional contra las fuerzas extranjeras que ocupan Irak?

El mundo patas arriba nombra al revés. El poder, enmascarado, niega el sentido común.

Si así no fuera, ¿podría caber alguna sombra de duda de que el actual gobierno de Israel practica el terrorismo, el terrorismo de Estado, y difunde la locura? A medida que ese gobierno devora más y más tierras y más humillaciones inflige al pueblo palestino, más respuestas criminales genera. Y esos atentados, que matan inocentes, le sirven de pretexto para matar muchos más inocentes y para cometer cuantas atrocidades se le ocurran.

Si algún resto de sentido común quedara en el mundo, resultaría increíble que Ariel Sharon pueda hacer lo que está haciendo con absoluta impunidad, como si fuera la cosa más normal: invade y acribilla territorios ajenos; alza un muro que deja chico al de Berlín, de triste memoria, para blindar lo que usurpa; anuncia públicamente que asesinará a Yasser Arafat, un jefe de Estado democráticamente elegido por su pueblo; y bombardea Siria, a sabiendas de que los Estados Unidos vetarán, como de costumbre, cualquier condenación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Ocurre que en este mundo los países y las personas se cotizan en la Bolsa, y su valor depende de la geografía del poder. ¿Cuántos inocentes volaron en pedazos, sin comerla ni beberla, en la última guerra de Irak? Los vencedores no han tenido tiempo para contar a sus víctimas, civiles que existían y ya no existen, porque han estado ocupados buscando las armas de destrucción masiva que no existían ni existen.

No hay, pues, cifras oficiales. Los cálculos oficiosos más serios han contado, sin embargo, no menos de siete mil setecientos muertos civiles, muchos de ellos niños, mujeres y viejos. ¿Cuánto valen esas vidas? En proporción a la población, la cantidad de iraquíes destripados equivale a noventa y cuatro mil estadounidenses.

¿Qué hubiera pasado si el país invasor hubiera sido el país invadido? Las víctimas norteamericanas de semejante carnicería seguirían siendo el tema perpetuo de los medios de comunicación masiva. Las víctimas iraquíes no merecen, en cambio, nada más que silencio. De sobra se sabe que el robo fue el único móvil de esta matanza, cometida con premeditación y alevosía. Pero los asesinos en serie siguen diciendo que hicieron lo que hicieron en defensa propia, y no están presos ni arrepentidos.

El crimen paga: desde las cumbres del poder, ellos amenazan al mundo con nuevas hazañas, mintiendo peligros, inventando enemigos, sembrando el pánico.

El presidente Bush adora citar el Apocalipsis, pero más práctico sería que citara los noticieros, que son más actuales y dicen más o menos lo mismo. Aquel espeluznante texto bíblico, una profecía contada en tiempo pasado, era más bien exagerado y se equivocaba en las cifras, pero hay que reconocer que las noticias del mundo de hoy se le parecen bastante. Decía el Apocalipsis: “Junto al gran río Eufrates fue exterminada la tercera parte de los hombres por el fuego, el humo y el azufre”.

Y también decía: “La tercera parte de la tierra quedó abrasada, la tercera parte de los árboles quedó abrasada, toda hierba verde quedó abrasada. Pereció la tercera parte de las criaturas que tienen vida en el mar. Mucha gente murió por las aguas de los ríos, que se habían vuelto amargas.” El autor, San Juan o quien haya sido, atribuía estas catástrofes a la ira divina.

El nunca había oído hablar de las bombas inteligentes, ni del dióxido de carbono, ni de la lluvia ácida, ni de los pesticidas químicos, ni de la basura radiactiva. Y no podía imaginar que la sociedad de consumo y la tecnología de la devastación serían más temibles que la cólera de Dios.

Bombas contra la gente, bombas contra la naturaleza. ¿Y las bombas de dinero? ¿Qué sería de este modelo de mundo enemigo del mundo sin sus guerras financieras? En más de medio siglo de existencia, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han exterminado una cantidad de gente infinitamente mayor que todas las organizaciones terroristas que en el mundo son o han sido. Ellas han contribuido, de muy poderosa manera, a hacer el mundo tal cual es. Ahora este mundo, que hierve de indignación, asusta a sus autores. “El Banco Mundial, apóstol de la privatización, sufre una crisis de fe”, comenta el diario The Wall Street Journal.

En un informe reciente, el Banco descubre que la privatización de los servicios públicos, que sus funcionarios han impuesto y siguen imponiendo a los países débiles, no es exactamente un maná del Cielo, sobre todo para los pobres abandonados a su suerte. Alarmado por las consecuencias de sus actos, el Banco dice, ahora, que habría que consultar a los pobres y que los pobres "tendrían que supervisar las inversiones privadas”, aunque no explica cómo podrían realizar esta tareíta.

Y los pobres también preocupan al Fondo Monetario, que se ha pasado la vida estrangulándolos: “Es preciso disminuir las desigualdades sociales” concluye el director del Fondo, Horst Köhler, después de meditar el asunto. Los pobres no saben cómo agradecer tanta gentileza.

Estos organismos, que ejercen la dictadura financiera en el orden democrático, de democráticos no tienen nada: en el Fondo, cinco países deciden todo; en el Banco, siete. Los demás ni pinchan ni cortan. Tampoco es democrática la dictadura comercial.

En la Organización Mundial de Comercio nunca se vota, aunque el voto está previsto en los estatutos. La organización colonial del planeta correría peligro si los países pobres, que suman la abrumadora mayoría, pudieran votar. Ellos están convidados al banquete, para ser comidos. La dignidad nacional es una actividad no rentable condenada a desaparecer, como la propiedad pública, en el mundo subdesarrollado.

Pero cuando las dignidades se juntan, otro gallo canta. Eso ocurrió en Cancún, recientemente, en la reunión de la OMC: los países despreciados, los mentidos, se unieron en un frente común, por primera vez después de muchos años de soledad y de miedo. Y naufragó la reunión, convocada, como de costumbre, para que la mayoría ejerciera su derecho de obediencia.

Está ocurriendo por todas partes: resulta que el poder no es tan poderoso como dice que es.

Fuente: RedVoltaire

martes, 24 de agosto de 2010

Los asesinos del Bosque

Córdoba -Política


Los asesinos del Bosque
Más allá de la retórica, todo el arco justicialista, más el arco radical, y la mitad de los juecistas, votaron a favor de una ley que condena al bosque nativo. El proyecto concesuando de la CTBN fue a la papelera. Quiénes apoyaron qué y por qué es una información fundamental para el ciudadano-voto del 2011.

2010-08-13 -


Por Graciela Pedraza *


El legislador Marcelo Falo me hizo pensar en Judas. Según los Evangelios, el tal Iscariote siguió los pasos de Jesús durante mucho tiempo y después reveló a los miembros del Sanedrín, es decir, de la asamblea de notables, dónde y cómo capturar a su maestro.

El legislador Marcelo Falo siguió durante mucho tiempo los pasos de la Comisión de Ordenamiento Territorial de los Bosques Nativos de la Provincia de Córdoba (COTBN), y luego reveló a los miembros de la Unicameral, dónde y cómo hacer naufragar el proyecto laboriosamente trabajado por la COTBN.

Los que le bajaron el pulgar a Cristo era la chusma de aquel entonces, mientras que en la Córdoba 2010, el grupo lo integra un puñado de empresarios del campo cuyo capricho, ambición y ceguera, harán desaparecer los restos de floresta autóctona que aún nos queda: entre un 5% y un 6%.

El proyecto que aprobaron los legisladores (cuyos sueldos pagamos todos pero que sólo satisfacen los intereses de unos pocos), viola la ley nacional de bosques nativos al permitir que se exploten áreas rojas de conservación. De los 16 millones de hectáreas que tiene Córdoba, el 70%, es decir, 12 millones, estaba cubierto un siglo atrás por bosques nativos. Hoy sólo quedan unas 600 mil hectáreas; de manera que contamos con la tasa más alta de deforestación del país, y doce veces superior a la media mundial.

Escuchar a Marcelo Falo cuando da explicaciones (¿recuerdan que olvidaba pagar la luz?) exige, más que un ejercicio de paciencia, un seminario de control mental para contenerse ante tanto cinismo.

De la noche a la mañana, Falo, que preside la comisión de Ecología de la Unicameral, cocinó entre gallos y medianoche -con su bloque, la Unión Cívica Radical y la mitad del Frente Cívico- un proyecto paralelo que da por el suelo toda la investigación realizada por especialistas; estudiosos que sólo pretenden impedir que nuestros hijos y los hijos de sus hijos, vivan en un desierto y mastiquen sólo soja.

A los cordobeses nos han faltado agallas para frenar la estocada, por indolencia o ignorancia sobre la magnitud de lo que se viene. Mañana lloraremos lágrimas de cocodrilo ante la escasez de agua, la sequía, los vientos, la tierra que envuelve rutas y provoca accidentes, la contaminación, los incendios, la mortandad animal…

Los cordobeses seguimos anestesiados por los grandes medios que han dedicado días y meses a justificar la violencia y el corte de rutas de los dueños de campos, pero en cambio se cuidaron muy bien de denunciar el daño terrible que implica la aprobación de esta ley. Sólo información anodina, descomprometida y/o mentirosa, salpica las páginas y los micrófonos, mientras la tevé empuja hacia arriba el rating de Tinelli.

Nosotros hemos elegido a quienes nos están gobernando y pretenden seguir en el candelero. De manera que aquí van los nombres de aquellos que, en lugar de beneficiar a la mayoría, protegieron sólo los intereses de un sector. El 2011 no está lejos.

Así votaron

Por la protección de los bosques

Concertación Plural: Enrique Asbert y Silvia Rivero; Frente para la Victoria, Ochoa Romero; Coalición Cívica, Omar Ruiz; Vecinalismo Independiente, Genesio de Stabio; Peronismo Militante – Partido Comunista, Nadia Fernández.

Por la Izquierda Socialista, Liliana Olivero y por el Frente Cívico, Raúl Jiménez
Nancy Lizzul, César Serra y Augusto Varas. Adela Coria (ex frente cívico) también votó a favor.

Por la destrucción del bosque nativo

Bloque Unión Por Córdoba: Alarcia, María Leonor, Alesandri, Carlos Tomás Altamirano, Alfredo, Bressan, Estela Beatriz, Brügge, Juan Fernando, Busso, Sergio Sebastián, Carbonetti, Domingo, Carreras, José Benito, Chiófalo, María Amelia, Cid, Juan Manuel, Cuello, Hugo, Falo, Marcelo, Flores, Ernesto Ramón, Frossasco, Horacio Marcelo, Gamaggio Sosa, Marisa, Genta, Mabel del Carmen, Heredia, Dante Fortunato Ipérico, Nelson José, Lobo, Hector Reinaldo, Manzanares, María Graciela, Minelli, Susana Margarita, Monier, José Omar, Narducci, Alicia, Nieto, Gladys del Valle, Pagliano, Roberto Oscar, Passerini, Daniel Alejandro, Podversich, Norberto Luis Rosso, Milena, Scarlatto, Jose Luis, Sella, Orlando Enrique, Senn, Horaldo Alejo, Solusolia, Walter Osvaldo, Valarolo, Mirtha del Carmen, Vasquez, Mario Alberto Y Vega, Horacio Daniel

Bloque Unión Cívica Radical: Calvo Aguado, María Soledad, Cargnelutti, Alicio, Cugat, Alfredo Jesús, Dressino, Ana Maria, Giaveno, Carlos José, Gudiño, Italo, Matar, María Alejandra, Nicolás, Miguel Osvaldo, Poncio, Norma María, Pozzi, Hugo Alberto, Razzetti, Edmundo, Rossi, Dante Valentín.

Frente Cívico: Eduardo Bischoff, Rodrigo Serna, César Seculini y Esmeralda Rodríguez.

* Periodista

www.prensared.com.ar

domingo, 22 de agosto de 2010

Un mundo de hambre




por Katia Monteagudo

La conservadora meta de reducir el hambre en el mundo, plasmada en el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, se tornó ya inalcanzable en un planeta con más de 1 mil millones de personas hambrientas. Lejos de disminuir, el número de desnutridos aumenta vertiginosamente

La Habana, Cuba. La cantidad de personas hambrientas en el mundo sigue en ascenso, asegura la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para la Agricultura y la Alimentación (FAO) en su más reciente informe sobre el estado de la inseguridad alimentaria del planeta.

La sexta parte de la población mundial padece grandes faltas de alimentos, con lo que prácticamente se sentencia a muerte el cumplimiento del primer Objetivo de Desarrollo del Milenio de la ONU para 2015.

Con 1 mil 20 millones de seres humanos sin comestibles –170 millones de éstos son niños menores de cinco años–, ya resulta inalcanzable la meta propuesta por la ONU: reducir a menos de 420 millones las personas hambrientas en el mundo.

Esas cantidades de mal nutridos resultan las mayores cifras de los últimos 40 años, y un empeoramiento de los índices globales de pobreza en apenas un quinquenio.

Tal tendencia coloca a la humanidad ante uno de sus mayores desafíos, porque estos desajustes empeoran en los países y regiones más vulnerables de la tierra, y donde se concentra la mayor parte de la población mundial.

De los que hoy sufren hambre en el mundo, 642 millones viven en Asia y el Pacífico; 265 millones, en África subsahariana; 53 millones, en América Latina y el Caribe; 42 millones, en el Medio Oriente y el norte de África, y 15 millones en los países industrializados.

Los datos del informe, producido por la FAO y el Programa Mundial de Alimentación (PMA) de la ONU, muestran además que, entre 2004 y 2007, hubo un crecimiento muy significativo.

Sólo en ese lapso, 75 millones de personas pasaron a formar parte de las filas de hambrientos.

Este hecho resulta desesperanzador, especifica el análisis, porque en la década de 1980 y principios de 1990, el mundo tenía algunos progresos en la reducción de este flagelo crónico.

Tres cuartas partes del monto total de hambrientos son campesinos pobres, especifica Gemmo Lodesani, responsable del PMA en Bruselas.

Dato desolador, insiste Lodesani, porque quienes no tienen un nivel nutricional suficiente para tener una vida normal y productiva son también quienes deben hacer producir la tierra.

Para Lodesani, el aumento de la población mundial será otra de las problemáticas por enfrentar, ya que en 2050 los habitantes del globo terráqueo sumarán más de 9 mil millones.

Para cubrir sus demandas de alimentos, calcula la FAO, será imprescindible elevar en un 70 por ciento la producción mundial de comestibles, en comparación con los niveles actuales.

Pero en la era del cambio climático y el declive terminal de la producción de hidrocarburos, este porcentaje es casi una quimera.

El crecimiento de la demanda tendrá que satisfacerse, refieren los analistas, en condiciones de creciente escasez de agua, salinidad elevada de los suelos y condiciones meteorológicas y climáticas más variables y adversas.

En este sentido, es cada vez mayor el número de expertos y formuladores de políticas que coinciden en la importancia de elevar las inversiones en el sector agrícola, las ciencias agrarias y las nuevas tecnologías.

Aunque Olivier de Schutter, relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, cree que el mundo aún no está preparado para reducir los números de seres desnutridos. Además de producir más, afirma, serán necesarias distintas estrategias para una mayor cooperación internacional y nuevos mecanismos de producción y distribución.

Durante las últimas décadas, las inversiones globales para la agricultura han venido disminuyendo, lo que ha conducido a un lento crecimiento de la productividad de este sector.

La FAO precisa que los países en vías de desarrollo deben invertir 44 mil millones de dólares anuales para alimentar a su población, pero esos aportes no pasan de los 8 mil millones de dólares.

A esta problemática se suman las previsiones de varias agrupaciones internacionales sobre el futuro de la producción de alimentos en el planeta, bajo los desajustes climáticos.

Científicos del Programa de Seguridad Alimentaria y Ambiente de la Universidad Stanford de California, en Estados Unidos, advierten que el cambio climático podría elevar mucho más los precios de los alimentos y provocar mayores cifras de hambrientos.

Para hacer frente a estos desafíos, será imprescindible desarrollar un sistema agrícola y de alimentación mundial más productivo y sostenible, advierten todos, pero el trecho por recorrer resulta largo y difícil en un mundo donde ya el hambre resulta crónica.

La FAO alerta que si las temperaturas del planeta siguen en aumento, podrían reducirse considerablemente los ingredientes de la dieta básica de millones de latinoamericanos, caribeños, africanos y asiáticos.

La escasez resultante de las malas cosechas, indica, podría ocasionar otra gran alza de precios en el mercado, superior a la de 2008, la peor de todos los tiempos.

Esta predicción la comparten el International Food Policy Research Institute (IFPRI), el Asian Development Bank y el Banco Mundial.

Como consecuencia del calentamiento global, aseguran las entidades citadas, las cosechas de arroz y trigo de los países en vías de desarrollo podrían disminuir hasta un 19 y 34 por ciento, respectivamente, para 2050.

Dentro de cuatro décadas, los agricultores del sur de Asia podrían recolectar la mitad de sus siembras de trigo, debido a la caída de los rendimientos. Igual puede que cueste 334 dólares la tonelada de ese cereal, más del doble de su precio en 2000.

También la tonelada de arroz podría dispararse hasta 421 dólares y a 240 esa misma cantidad de maíz.

La FAO está convencida de que en el incremento de la hambruna actual, además de las malas cosechas, otros factores económicos están siendo decisivos. El alza de los precios nacionales, la reducción de los ingresos familiares y el aumento del desempleo son algunos de éstos. Los altos costos son motivo de preocupación de la FAO, porque ésta bien sabe de sus impactos negativos en la seguridad alimentaria de las poblaciones más vulnerables.

Las estadísticas de esta entidad muestran que los precios internos en los países en desarrollo siguen siendo elevados y, en algunos casos, superiores a los del fatídico 2008.

En el África Oriental, los cereales fluctúan dentro de un margen estrecho desde julio de 2009. El maíz, en los mercados de Uganda, Kenya y la República Unida de Tanzania, está un 80 por ciento más alto que dos años atrás. En Afganistán, la harina de trigo cuesta casi el doble, y en Pakistán, un 70 por ciento más.

En América Latina, los precios totales subieron un 41 por ciento, de 2006 a enero del presente año, afirma José Graciano Da Silva, representante de la FAO para la región.

Si bien los precios globales comenzaron a bajar desde mediados de 2008, una gran parte de esta disminución no se trasladó a los consumidores, porque a los intermediarios y comerciantes no les resulta rentable vender barato los inventarios que compraron anticipadamente a caros precios, detalla Da Silva.

Mientras hoy millones carecen de pan diario y se les pronostica peores días, los londinenses pueden comer 8 mil millones de veces al año, según la alcaldía de la capital del Reino Unido.

Por esta sola acción, Londres genera 19 millones de toneladas de gases contaminantes, además de otros 6.3 millones por desechar, un tercio de los alimentos que ahí compran.

Este ejemplo ilustra el complejo drama de la lucha contra el hambre planetaria, porque, a costa del bienestar de unos pocos, muchos están condenados a perecer.

En la mitad de la actual centuria, alerta la FAO, podría haber un 20 por ciento más de personas desnutridas, tan sólo por los desarreglos del clima.

También el IFPRI advierte que la crisis alimentaria, junto con la energética y los problemas del cambio climático, ocasionará mayores cifras de pobres y hambrientos.

No obstante, la FAO desarrolla múltiples proyectos mundiales para que sigan progresando las ciencias agrícolas, con el fin de producir mayores volúmenes de comestibles provenientes de la tierra.

En la actualidad se avanza en esta especialidad, reconoce la entidad, con lo cual se debe enfrentar el abrupto crecimiento de la población mundial, calculada hoy en más de 6 mil 700 millones de personas.

Pero para 2025, casi 2 mil millones de habitantes más poblarán el planeta, por lo que urge acelerar las estrategias para el fomento de recursos alimentarios, ya que el futuro avizora que la mayoría de los seres humanos seguirá viviendo en un mundo de hambre.

(fuente: RedVoltaire)